31 mayo 2011

FC Barcelona, Campeón de Europa de la Ingratitud

El Barça calienta motores. Va a empezar la final de la Champions League. Se la disputa en Wembley al Manchester United. Si el Barça gana, España se convertirá en el país con más copas de Europa (13), por delante de Italia (12). Hasta el mismísimo presidente Zapatero escribe en Marca sobre "El sueño de Wembley".

Comienza el partido. Toda España expectante. Los ojos como platos siguiendo el concierto de Xavi y estremecimientos eléctricos recorriendo la pell de brau cada vez que ese puercoespín conocido como Messi cae al suelo, su territorio natural. Al servicio de la causa culé, una infraestructura impresionante. RTVE hace gala de un escrupuloso despliegue de medios y personas: emocionados locutores e ilustres comentaristas invitados. En el palco de autoridades, el príncipe borbón, haciendo lo más parecido al trabajo que se le conoce, lanza exclamaciones y se levanta de su asiento, flanqueado por un circunspecto Ángel María Villar. Lejos de Londres, en Málaga, su padre, la ministra Chacón y el Jefe del Estado Mayor comentan emocionados el fantástico control de balón de los de Guardiola. En suma, los españoles. Una santabárbara de afecto y emociones que estalla en gritos de alegría cuando, por fin, gana "su equipo".

Empiezan las celebraciones. La euforia se desborda. Banderas catalanas y blaugranas inundándolo todo. Y... ¡oh!, ni una española. Plantado ante la tele, me parece estar viendo a ese hijo con síndrome del emperador que maltrata a su familia, aun cuando esta, precisamente por ello, lo mima y lo colma de regalos en un intento de evitar que la familia salte hecha pedazos por los aires. Y si bien es cierto que detesto los nacionalismos -el que más, por cercano, el español-, también lo es que, aunque de mal grado, los admito. Jamás movería un dedo por combatirlos si los quiere la gente. Sin embargo, hay algo en todo ese júbilo televisado que resulta ruin: la ingratitud, venga de donde venga, es siempre un hecho despreciable.

Cuando llega el momento de recoger la copa, sin saber bien por qué, ya todo me parece deprimente. El brazalete a franjas rojas y amarillas en el brazo de Abidal -un Abidal cuya enfermedad angustió al país entero-. El Guardiola que se pasea con una senyera atada a la copa con gesto carismático y autosuficiente. El Artur Más que responde visca Catalunya cuando le preguntan cómo ha visto el partido. Hasta la bandera de Brasil que rodea el cuello de Alves y la de Canarias que pasea Pedro. Por más que miro y miro, ni una puta bandera española por ninguna parte. Debe de ser una consigna. Ni siquiera Villa, enfundado al día siguiente en la bandera asturiana, o el albaceteño Iniesta portan la más mínima referencia a España, a cuya selección tanto le deben. Y para cuando por fin hay alguien, Zubizarreta, que describe la hazaña del Barça como un triunfo español, su gesto supone ya tan poca cosa en medio de tanta desafección que es como si no se oyera.
Así fue, en suma, cómo el pasado sábado el Barça se coronó Campeón Europeo de la Ingratitud 2010-11, dejándome sin estómago para repetir otra experiencia similar. Al día siguiente, el del paseo triunfal por Barcelona, me largué a Milán a ver el final del Giro y esa sí fue una experiencia saludable. No sólo porque ganase Contador, sino, también, porque los gitanopolitanos milaneses estaban dando una patada en el culo a Berlusconi.

26 mayo 2011

Acampadas al sol (la spanish revolution busca el nirvana)


I
nstant Karma's gonna get you,
gonna knock you right on the head.
You better get yourself together, pretty soon you're gonna be dead.
What in the world you thinking of, laughing in the face of love...
John Lennon (1970) - Instant Karma

Un karma inminente os va alcanzar de lleno en la cabeza,
mejor que estéis unidos si no queréis ser cadáveres bien pronto,
qué demonios os creéis riéndoos del amor en su cara...


Si esto se acaba, abrasado en el propio fuego que se escapa incontenible por los chacras del cuerpo de la revolución, Buda no lo quiera, una cosa al menos habremos conseguido: la palabra acampada ya jamás volverá a significar lo mismo. En pocos días, ha cambiado radicalmente su factura semántica, lo que, de entrada, no deja ya de ser un fenómeno lingüístico poco corriente. Desde ahora, cuando vayamos de acampada, además de colchonetas, tortillas de patata, cervezas frías y unos canutos, nos proveeremos de un ipod surtido de un buen arsenal de mantras. Y tampoco estará de más llevar con nosotros unas trompetas tibetanas por si algún gurú, en su generosidad, se acerca a nuestro picnic caleidoscópico transcendental a leernos una lista de reivindicaciones escrita en devanagari y a recordarnos que, aunque el mundo está hecho una puta mierda y tenderá al colapso en 2012, no debemos preocuparnos, porque, a buen seguro, una divinidad acudirá para impedirlo e instaurar un orden nuevo rebosante de energía Reiki.

Ah, y una última cosa: sigamos el consejo de Lennon. Evitemos reírnos a carcajadas del amor. Mejor, practiquemos la risoterapia.



Empecemos por el principio: encuentra tu nirvana.
"Cambiar el sistema es más difícil que cambiar políticos. El sistema eres tú".

A las 10 meditación, a las 12 charla sobre la situación del Sáhara,
a las 3 fabada, a las 8 biodanza... y taller de bicis todo el día.

¿Y si al final resulta que sí televisan la revolución?
Por si acaso, a nosotros no nos mueve ni dios de la primera fila.

"Llegó el domingo y se quedó para siempre". ¡Qué buena noticia!

Perro sin flauta. La revolución aún es posible.

Consenso de mínimos:
"Por un infierno más tierno, abajo el trabajo".

"Queremos hablar de filosofía y espiritualidad, arte,
amor libre, de unirnos porque estamos mejor, de ecoaldeas.
Reconectar con nuestra (madre) NATURALEZA".

"Queremos un apocalipsis del amor".

"Por un democracia pluricorporal, pluricultural, pluriétnica, plurigeneral, pluri...".
Mejor que sobre que no que falte.

En fin, ¿tocará al final que irse de vacío? Esperemos que no.

21 mayo 2011

Spanish Revolution. Introducción e instrucciones de uso

Presa de un inquietante desconcierto, la sociedad española anda buscando desesperadamente las coordenadas exactas de lo que, por el momento, ha venido en llamarse spanish revolution. Gestado durante meses en la red y alumbrado el pasado día 15, un nuevo mayo glorioso ha tomado la calle con una trascendencia inesperada y las protestas, a un día de las elecciones municipales, se extienden como la pólvora por el país e, incluso, más allá de sus fronteras. Fruto de un insatisfacción largamente rumiada que, hasta hace una semana, ni al poder ni a la prensa parecía interesarles en exceso, la revuelta se ha convertido en tema inevitable en diarios, tertulias "profesionales", redes sociales o la calle, sin que las explicaciones, por superficiales, sesgadas o interesadas, resulten suficientes por ahora. A un millar de cuestiones sobre sus raíces, gestación, desarrollo, objetivo y futuro sucede un millón de respuestas, simples o complejas, que, en cualquier caso, ponen siempre de manifiesto una realidad social nada trivial.

Hay que remontarse, entre otras, a iniciativas ciudadanas como Juventud sin Futuro o No les votes -que instaba a castigar a los partidos que habían apoyado la Ley Sinde- y llegar a ¡Democracia real ya!, para penetrar en las razones de cómo y por qué miles de personas, homogeneizadas, en su extrema diversidad, en un clamor unánime que apunta a los "políticos" como causa directa de su malestar, se han lanzado a la calle en más de 60 ciudades. Suena el eco de Conoce a tu enemigo de Green Day en medio de tanta confusión: la que brota de la amalgama de hechos y sujetos implicados y la que buscan quienes pretenden boicotear o apropiarse de la nueva coyuntura. No somos marionetas en manos de políticos y banqueros se leía en una pancarta el 15M, aunque mejor sería dirigir el punto de mira a jueces y periodistas, más cercanos que la abstracción simbólica de la desigualdad que representan los banqueros.

Políticos principalmente, sí, pero también jueces y periodistas pueden considerarse, en mayor o menor medida, responsables de la degradación social que impulsa la ola de protestas. Políticos corrompidos, doblegados por los mercados, dispuestos a privatizar los bienes del estado al tiempo que manejan partidas de dinero público; políticos, aspirantes a élites y propensos a flirtear con los poderes fácticos, puestos ahí con el dinero de banqueros que pagan las campañas de esas empresas ineficientes, burocráticas y corruptas en que se han convertido sus partidos. Jueces politizados que impulsan una justicia que secunda y favorece la indiferencia ante la corrupción, la prescripción de los delitos, la desigualdad en los delincuentes y el valor del dinero como herramienta del derecho. Y periodistas convertidos, en su mejor versión, en meros informadores que transitan una senda, marcada por las líneas editoriales, que los invita a no internarse en la oscuridad del bosque traicionando, así, su principal cometido: buscar la verdad y contarla. Se sabe, por ejemplo, aunque hoy la tendencia haya cambiado bastante, que las primeras manifestaciones del día 15, a las que sólo acudieron 2 ó 3 de los grandes medios, tuvieron una muy escasa cobertura. [Obsérvese el cambio de tendencia a lo largo de la semana]

Son ellos, políticos, jueces y periodistas -por fortuna, no todos- quienes, en lugar de contribuir a crear una sociedad éticamente asumible, la narcotizan con sus malas artes, haciéndola insensible a incontables ruedas de molinos que, a lo que parece, deben resultar normales, por inevitables, por mucho que por las calles se escuchen preguntan como las siguientes:

- ¿Por qué María Dolores de Cospedal ganó 240.000€ en 2009 y mi padre no llegó a 8.000? ¿Por qué a un diputado se le retiene sólo el 4,5% de su nómina aunque se llame Cospedal? ¿Por qué la jubilación de un diputado alcanza los 74.000€ y es compatible con otros ingresos y la de cualquier ciudadano tiene un tope de 32.000 y no lo es? ¿Por qué un diputado, por inútil y corrupto que pueda llegar a ser, cobra una jubilación completa con sólo 7 años de función en el cargo y los demás necesitan 35? ¿Por qué tantísimas prebendas?

- ¿Por qué Rajoy, posible presidente de España, se ríe de los españoles cuando un día destaca el limpio historial de Bauzá y al siguiente apoya a Camps, acusado de corrupción y pendiente de juicio?

- ¿Por qué Alfredo Sáenz, del Banco de Santander, ganó en 2010 casi 10 millones de euros y el pobre de César Alierta, de Telefónica, sólo 8.600.000?

- ¿Por qué El País nos muesta a Juan Cruz y Gay Talese zampánsose un desayuno de 40€ y El Mundo nos enseña una casa de 5 millones -como la de Cristiano Ronaldo-, si cualquier rebelde sin casa desayuna por 2€ en el bar de la esquina?

- ¿Por qué antes para oír un disco lo compraba y lo grababa tantas veces como quería y ahora tengo que comprarlo, pagar Internet cada mes y no puedo darle el uso que me parece?

En suma, ¿por qué músicos, actores, deportistas, banqueros, famosos, nobles y políticos, entre otros elegidos, pertenecen a una casta especial cuyo trabajo se valora más que el de un agricultor, un marinero o un bombero?

Este muestrario mínimo de tropelías históricamente admitidas muestra cuál es el combustible que ha puesto en marcha la maquinaria del 15M. Despilfarros, corrupción, arbitrariedades, desigualdades, fastos insultantes, huecas celebraciones y palabras destinadas a adormecer los datos en medio de una crisis galopante. Así las cosas, la gente, atrapada entre el socialismo esperpéntico de Zapatero y un futuro que se llama Mariano, sin trabajo y sin saber a quién votar, ha decidido mandar muchas cosas a tomar por culo, empezando por la corrección política, y lanzarse a la calle sin miedo. Nada nuevo, por otra parte, que no haya estado en el origen de cualquier revuelta acaecida desde que nació la propiedad privada (con el paso de las sociedades recolectoras-cazadoras a las agrícolas-pastoriles) hará unos 10.000 años. En principio, no es más que un levantamiento social con todos los ingredientes consustanciales al drama humano de las sociedades jerárquicas. En síntesis, mantener o perder privilegios o, dicho de otro modo, apuntalar o destruir las fronteras entre pobres y ricos. Palabras mayores.

Hay, sin embargo, en estos movimientos un rasgo diferencial, una marca lo suficientemente distintiva como para pensar que podemos estar ante la última gran revolución social: Internet, la herramienta más revolucionaria que se pueda imaginar. Ahí está la clave. Internet es lo que distingue estas protestas del experimento fallido del 68 y lo que, a través de las redes sociales, las ha posibilitado. No en vano, todo empezó cuando la gente, reacia a echarse a la calle por otra cosa que no fuera el fútbol, se manifestó contra la Ley Sinde, que pretendía a su manera poner las zarpas del capitalismo feroz en un mundo en donde no gustan los territorios vírgenes. Y es este factor crucial el que me parece un tanto olvidado, o subsumido, en las asépticas y bienintencionadas reivindicaciones generales del movimiento 15M: preservar el conocimiento libre, la privacidad y la neutralidad en la red que amenazan el ACTA y propuestas como la Ley Sinde debería ser una consigna prioritaria. Si no se logra, se habrá perdido todo.

Hay, además, otros aspectos inquietantes a considerar en torno al mayo español. A la dificultad intrínseca de encontrar soluciones a la compleja maquinaria averiada en que se ha convertido la sociedad, se añaden otros peligros. Desde fuera, se intenta deslegitimar el movimiento, ridiculizándolo, minusvalorándolo, tratando de absorberlo o, sencillamente, reprimiéndolo, aunque ello no haga otra cosa que mostrar la importancia de los acontecimientos. Es asimismo obvio que, desde dentro, el peso de algunos líderes podría desvirtuar las inquietudes colectivas. A veces, se ven alegrías desmesuradas y gente hiperestimulada que parece andar jugando a la revolución. Otras, se oyen análisis muy alejados de la realidad e, incluso, manifestaciones de vergüenza ajena. Boutades o intrascendencias dichas por algún pope pueden tener más eco que aportaciones serias hechas por desconocidos. De hecho, la propia arquitectura de las redes sociales ya comporta peligros. El esquematismo de los mensajes puede muy fácilmente favorecer la demagogia.

No parece, en resumidas cuentas, que estemos ante una empresa fácil, a la que, por lo demás, no acertamos a vislumbrarle tan siquiera un futuro inmediato. Por desgracia, todos compartimos idéntico genoma y la historia nos demuestra lo que se puede esperar de nosotros, independientemente de dónde hayamos construido las trincheras. Sin embargo, sea como fuere, la spanish revolution ya está en marcha y podría ser nuestra última gran oportunidad. De modo que, aunque aún no sepamos adónde puede conducirnos, abre un evidente resquicio para la esperanza que será mejor no desperdiciar. A fin de cuentas, tenemos derecho a soñar y, afortunadamente por ahora, soñar sigue siendo gratis.

14 mayo 2011

José Luis Sampedro ante las movilizaciones del 15 de mayo


Manifiesto de adhesión de José Luis Sampedro al proyecto ¡Democracia real ya! con motivo de las movilizaciones organizadas para el 15 de mayo:


Queridos amigos:

Ante la imposibilidad de asistir a vuestra convocatoria, deseo con estas líneas manifestar mi adhesión a la iniciativa ¡Democracia real ya! Naturalmente interpretando la palabra “real” como adjetivo referido a realidad y no a realeza.


Hace unos meses me uní a Stéphan Hessel prologando su panfleto Indignaos. Era un llamamiento a no aceptar sin más la tiranía del poder financiero y el abandono de los valores que encarnaba nuestra civilización (Europa). Poco después, Rosa María Artal tomó el relevo y bajo el título Reacciona nos invitó a unos cuantos estudiosos a profundizar en las razones para actuar frente a la crisis económica, política y social del sistema.
(1)

Ahora es vuestro turno, mucho más importante. Me ilusiona ver que los receptores del mensaje, muy certeramente, habéis comprendido que no basta con indignarse, que es necesario convertir la indignación en resistencia y dar un paso más. El momento histórico impone la acción, la movilización, la protesta, la rebelión pacífica. El llamamiento a indignarse no debe quedarse en un best-seller fácilmente digerible por el sistema y así lo estáis demostrando con esta convocatoria.


Por eso me adhiero a vuestras reivindicaciones, hago mío el manifiesto, me solidarizo y deseo un clamoroso 15-M. Pero sobre todo, os animo a avanzar en la lucha hacia una vida más humana. Los medios oficiales no se van a volcar con vosotros y encontraréis muchos obstáculos en el camino, pero está en juego vuestro futuro. El 15 de mayo ha de ser algo más que un oasis en el desierto; ha de ser el inicio de una ardua lucha hasta lograr que, efectivamente, ni seamos ni nos tomen por “mercancía en manos de políticos y banqueros”. Digamos NO a la tiranía financiera y sus consecuencias devastadoras.
José Luis Sampedro


(1) Los estudiosos son Baltasar Garzón, José Luis Sampedro, Federico Mayor Zaragoza, Javier López Facal, Javier Pérez de Albéniz, Ignacio Escolar, Carlos Martínez, Juan Torres, Lourdes Lucía, Angels Martínez i Castells y Rosa María Artal, y, en honor a la verdad, sorprende que, sobre todo estando entre ellos algunas figuras destacadas en la defensa de la cultura digital, especialmente críticas con el canon digital y la Ley Sinde, como son Escolar o Pérez de Albéniz, el libro no sea de libre distribución.

04 mayo 2011

Romanos: Mamma Roma e i mammoni


Si romanos son esos desquiciados malcabrones, lanzados a la dolce vita, que, cuando juega La Roma, patean el suelo y gritan, a la hora que sea, sin importarles nada y nadie, enfrente de la tele.

Si romana es esa señora laqueada, pija y con ínfulas, que saca a su cochambroso chucho a pasear y adereza de mierdas y meadas las aceras,
ya de por sí rebosantes de inmundicia por obra y gracia del empeño del ayuntamiento en desviar los presupuestos de limpieza hacia otras latitudes como, por ejemplo, el sur de sus bolsillos.

Si es romano ese hijo de un convento de putas que, después de jugarte la vida hasta lograr que los coches paren para poder cruzar el paso cebra, llega con su moto desde atrás a gran velocidad y acelerando y se lleva a tu novia por delante.

Si quien aparca su coche ocupando la acera o los a menudo invisibles pasos de peatones, obligándote a jugártela de nuevo al tener que salir a la calzada, ese territorio hostil regido por la ley del más chulo, es romano también.

Y si es romano ese descerebrado conductor de autobuses, colocado y tatuado hasta el nardo, que va departiendo con su novia al lado, mientras cruza la ciudad a escape libre, frenando y acelerando bruscamente, sin solución de continuidad, ajeno a los niños y a los ancianos de mierda que van dentro...

Si lo son, entonces debería ser un derecho inalienable portar un lanzallamas para defenderse y usarlo en la caótica ciudad de Nerón y Calígula.

Pero no creo. Habrá, seguro, otros romanos que no sean maleducados, egoístas, guarros, incívicos, prepotentes y homicidas. Estoy segurísimo, vamos, de que los habrá. Como en todas partes. Y muchos.

Sin embargo, yo no los he visto todavía por ningún sitio. Y, a pesar de que he pensado en encomendarme a San Juan Pablo II, no me decido a hacerlo, porque, siendo romano como fue, aunque fuera adoptivo, no me merece mucha confianza.



















P.S. Espero que mi vecino de al lado, el señor de la ferretería, el del quiosco de prensa y uno que iba andando el otro día por el parque muy simpático, si aprenden español y llegan a leer a esto, puedan comprender que todo está escrito en clave literaria y coincide con lo que dicen los romanos de sí mismos y sepan perdonarme.