01 septiembre 2009

Maiquel Yanso Foreva


Fatima, aquella señora de mediana inteligencia que me decía señorito y tan bien me cuidó el montón de años que viví en Marruecos, lo llamaba Maiquel Yanso (y que nadie se sorprenda, porque a Jesucristo lo llamaba Josecristo). Negra fantasiosa y estupenda cocinera, se las tuvo que ver muchísimas veces con Off the wall (1979), Thriller (1982) y hasta con el no suficientemente valorado Bad (1987), mientras yo andaba colocado tontamente toda la santa mañana a la espera de su kuskus, su pollo con limón o su tajine de chanquetes con tomate. Y sabía muy bien de qué hablaba y a quién se refería, doy aquí fe, aquella empedernida fumadora del peor tabaco negro. Que su dios la tenga en su gloria.

Me acuerdo especialmente de ella ahora, cuando tanto se habla, a todas horas, de Maiquel Yacson. Y es que yo no me entero de a quién carajo se refieren los millones de alienados ignorantes del planeta que lo mientan. No sé si se refieren a aquel negro que nos hacía sudar en los primerísimos 80 en la dancefloor de cualquier discoteca o a aquel otro infeliz desvencijado y a pedazos en su fuero interno que miraba la piel y la lenteja del Hollywood acabado y plano de su tiempo. ¿Estamos hablando del Camarón de Indiana, aquel mushasho que nos ponía a alucinar, Quincy Jones mediante, en coches inundados de humo de cannabis mientras mirábamos, bizcos, el ocaso desde Isla Calavera, o es ese cadáver hiperrefrigerado y recurrente de los telediarios que ha sobrevivido a este verano tórrido y al que no se termina de enterrar de una puta vez el que suscita tanto comentario? ¿De quién hablamos? ¿Se está pensando en aquel atleta del ritmo y la cadencia, excepcional cantante y alucinante bailarín, que murió a mediados de los 80 o en ese otro lamentable y mediático artista ACOP (adult & children oriented pop) devorado fatalmente por los calmantes, los apaños y los traumas y, a la postre, emparentado con los faraones?

En fin, me da igual. Cada cual a su pedo. De sobras sé yo quién es Maiquel Yanso.


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